
No se trataba de un concepto teórico, sino un Lamborghini probado en carretera. Este era el Lamborghini Bravo, un fascinante ejemplo de supercoche de exhibición que se distinguía por un grado de concreción poco habitual en los años 70.
Su historia comenzó en 1974 en el Salón del Automóvil de Turín como estudio para un posible sustituto del Urraco, del que heredó la mecánica, transformándolo en un banco de pruebas de ideas estilísticas y técnicas. A diferencia de muchos prototipos de la época, este coupé de dos puertas recorrió varios kilómetros bajo la supervisión de los pilotos de pruebas de Lamborghini antes de llegar al evento de Turín.
El primero con interior de Alcantara
El nombre, 'Bravo', recordaba al mundo de la tauromaquia, como es habitual en Lamborghini, evocando la fuerza y la elegancia de la raza de toros utilizada en los ruedos.
Rejillas de ventilación rectangulares del Lamborghini Bravo
El diseño fue uno de los aspectos más interesantes y anticipatorios. El capó delantero y la cubierta trasera estaban atravesados por numerosas rejillas rectangulares de ventilación, mientras que las grandes superficies acristaladas oscuras parecían envolver la carrocería como una cinta continua. Las llantas, que retomaban líneas ya vistas en el Lamborghini Silhouette, prefiguraban detalles estéticos que aparecerían en futuros coches de producción.
El interior en Alcantara del Lamborghini Bravo
El Bravo también fue conocido por ser el primer coche del mundo en presumir de un interior tapizado en tejido Alcantara, el material que más tarde conquistaría los modelos deportivos más exclusivos del mundo.
Homenaje a la creatividad italiana
Tras su aparición en Turín, el Bravo encontró un hogar en el museo privado de Bertone. Sin embargo, debido a las dificultades financieras del taller, acabó siendo subastado junto con otros prototipos emblemáticos, como el Chevrolet Testudo de 1963, el Lamborghini Marzal de 1967 y el Lancia Stratos HF Zero de 1970. En la subasta, el Bravo alcanzó la suma de 588.000 euros, lo que confirmó su valor histórico y de coleccionista, así como su intemporal atractivo de diseño italiano de vanguardia.
En la actualidad, más de 50 años después de su nacimiento, el legado del Bravo sigue vivo no sólo entre entusiastas y coleccionistas, sino también a través del tejido Alcantara, un símbolo de innovación y estilo que recuerda la elegancia y experimentación de los grandes prototipos de Bertone. El Bravo se convirtió así en un icono que unía pasado y futuro, un homenaje tangible al denominado 'Made in Italy'.
Galería: Lamborghini Bravo 1974